Finalmente, el queso desapareció. Los ratones, poco sorprendidos, instintivamente comenzaron a buscar otra fuente de queso. No se detuvieron a analizar o a reflexionar, simplemente reaccionaron rápidamente. Los hombrecitos, por su lado, se paralizaron. Hem se molestó, Haw no entendía que pasaba. Al pasar los días, se fueron molestando, asustando, etc., pero no hacían nada; volvían todos los días a buscar su queso en el mismo lugar.
Algunos días después, Haw reacciona y decide hacer algo al respecto. Después de tratar infructuosamente de convencer a Hem de buscar queso, decide aceptar el reto de tomar el control de su destino y buscar nuevas fuentes de queso. Tras su decisión, Haw se siente emocionado y contento. Su búsqueda se torna divertida. Comienza a imaginar nuevos tipos de queso y a disfrutar del cambio. A pesar de sus intentos, Haw no logra convencer a Hem de unirse a la búsqueda. Hem decidió que, incluso si conseguía una nueva fuente de queso, no le gustaría. No se sabe que pasó con el, probablemente murió de hambre.
Finalmente, Haw consigue queso: más del que nunca imaginó. A lo largo del proceso, Haw aprende varias lecciones de la vida, que van moldeando su nueva filosofía.